Atleta

Entrar al agua. Fría o no. De una. Pum. Sorpresa. Acomodarse las tetas abajo del traje. Meter los dos pulgares cada uno en su costado elastizado del calzón y jalar: dejar que truene.Trá. Ajustar la gorra. Pasar las manos por la cabeza lisita. Escupir dentro de los goggles y empujarlos hasta sentir que calcen en los ojos. Saltar un poquito. Chiquitito. Soltar la cabeza y los brazos. Soplar, tomar una bocanada, sumergirse. Hacerse bolita cerca de la pared. Empujase, mirar hacia arriba. Espejo de agua perfecto, espejo antes que nadie lo revuelva. Nadar. Nadar. Nadar. Recordar todo. Ser una flecha. Ser chiquita y tener en la boca sabor a chocolate. El que te compartió la mamá de otra niña que competía contra ti. Dolorcito. Contar. Seis, siete, ocho. Dejar salir el aire bajo el agua con los labios apretados. Apretar. Apretar todo el cuerpo. Ir más rápido. Sentir la emoción de la pared que se acerca e ir a la cabeza, ir ganando, estar ahí, en el podio, envuelta en una toalla deLa Sirenita, recibiendo una medalla, feliz por festejar más tarde en McDonalds.Pum. Que falte el aire. Salir, entrar, salir. Encontrar un ritmo. No, el ritmo. Ser una puta flecha. Querer irse a casa a ponerse la pijama. Recordar a través del cansancio colectivo, compartido. Entrenarse. Hermoso dolor que te afila: estar juntos en esto. Darse ánimos. Conocer los puntos fuertes de los demás. Y los débiles. Tomar turnos. Compartir. Sabor a sangre. Pausas adentro de la alberca. La presión que baja. Estar mareada. Un labio abierto, una mano que se atoró en el andarivel. La sensación del agua helada y una con la piel dura y llena de puntitos. Y entonces las mamás reciben con toallas abiertas y frotan los cuerpos preocupadas pero también orgullosas. El dolor de caballo. Tragar agua. Por la nariz. Que arda. Y que ardan los ojos. Y tener que seguir. El disparo de salida. El miedo de no escucharlo, de perder la oportunidad, perder tiempo. Nadar. No parar cuando ya estás ahí. Aunque arda, aunque duela, aunque te ahogues. Toser. Salir a toser. Agarrarse de la orilla al llegar y hacer bucitos. Añorar la pared. Colgarse de ella con entrega. Tomarse el pulso. Los pies que dan comezón entre los dedos cuando no se secan bien. Las marcas en la cara, los cachetes rojos, la piel seca. Los hombros anchos, los dedos arrugados. Ser feliz. En este estado deplorable. Encontrar el goce de decir doce y hacer doce. De tirarse hacia atrás y salpicar. De las cosas simples, como las burbujitas en la piel, el regaderazo caliente de después, el secarse el pelo frente al espejo, el tomar un juguito de naranja pedorro en tetrapak.Qué puta belleza nos habita.