Hazaña
- Ana Mata
- Dec 13, 2017
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Tuve una época de hazañas deportivas que consistían en hacer cosas que me ponían incómoda. Igual que mirar hacia abajo fascina porque da cosquillas en la panza, quería sentir ese vértigo inconfundible. Quería romper todo lo que tenía sentido. Más de una vez sentí que pude ver algo así como la matrix. Sentí que era ridículo estar adentro del tiempo queriendo hacer dinero. Sentí que me traducía alejándome de lo que era, con palabras e imágenes que se inventaron antes que yo y que no me hablan ni me pegan ni me importan.
Pasaba mucho tiempo a solas en mi casa que era oscura. Me quedaba en la cama por el frío y después me sentía mal de estar siempre acostada, mirando a mi gato ir y venir. Salía de la pieza como se sale a la luna. Era una astronauta temeraria forrada con ropa descolorida pero tenía un propósito firme. Salía buscando cosas que me dijeran algo, algo que me perforara el corazón. En la calle le preguntaba cosas personales a desconocidos por curiosidad. En el bus, un día, le pregunté a un chico por los puntos frescos que tenía en la mano y después seguimos charlando y caminando juntos un par de cuadras.
Fue una época de duchas cortas con agua fría. De comer sólo cosas crudas y modestas. De pequeños gestos inesperados. De intentar despertar temprano. De proponerme sudar. De andar siempre despeinada y lista. De querer ser lo esencial.
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