La exageración me supera quiero
pedirte que me des más de lo que existe.
Ayer en el diario leí la historia de un señor que fue mordido por un perro. Como
indemnización pidió una suma de dinero tan grande que no existe. Yo soy el señor y tú
eres el perro
o la indemnización.
De cualquier forma yo quiero
siempre más. Qué se siente la
austeridad. Esa
palabra no la tengo. No
sé que es estar bien con un caramelo
de menta y ya. Con
tu compañía,
quizás. Tu compañía en un lugar bello,
más. Pero
tu compañía en un lugar bello con plumas y papel y cámaras y discos y utensilios de cocina y ropa y guitarras y aceite de rosas y nintendos,
aún más, perdón. No eres
tú, sé que si tuviera todo el tiempo del mundo no sabría qué carajo hacer con él. No
podría determinar si es mejor crecer una lechuga que tocar
una canción de Horvilleur. Los objetos son para no
perderme en mi propia casa. No toma la misma cantidad de tiempo cepillar al gato que hervir el agua o teclear lo que voy investigando que siento. Así que
no es igual mi relación con el cepillo, la paba y el teclado. Cada uno tiene su humor y yo me rindo ante eso. Si te
tuviera a ti en infinito pasaría lo mismo porque
todo lo infinito difumina pero si pongo un son o una zamba vuelvo a separarme del mundo
con la piel
y todo a mi alrededor brilla. Si el sosiego es tener menos
entre manos o sentir que a las cosas las lleno yo, que
vienen vacías.
Estoy (contenida) en un paisaje
de naturaleza fabricada. Soy la palabra
contenida, los paréntesis la naturaleza fabricada. Ya sé que soy
un animal industrial salvaje. Amo
las cosas. No se me ocurre
vivir una vida sin frascos o sábanas estampadas.
Desasosiego. Desear algo tan grande que no existe. Sosiego. Nada es tan grande, a menos que se lo
compare con algo muy pequeño.
Me gusta que las cosas guarden
silencio, pero hoy quiero que me hablen
de lo que sientes tú por mi.
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